jueves, 14 de febrero de 2013

Disfruta el cosquilleo.

Siempre me compararon las relaciones con una gran montaña rusa puñetera que hacia que se te revolviera el estómago. Lo cierto es que siempre me han apasionado las montañas rusas; disfrutaba como una loca en cada trayecto. ¿Puñetera montaña rusa? Imposible. Las montañas rusas son alucinantes, tienen subidas que te mantienen con el nervio, bajadas que descargan tu adrenalina, curvas y más curvas que pueden provocarte reír. ¿Puñetera montaña rusa? Imposible. ¿Sabes lo mejor de las montañas rusas? Que cuando comienzan estás entusiasmada por lo que vas a disfrutas, y cuando empieza la subida, la intriga, los nervios, y la emoción se entre mezclan; cuando consigues estar arriba, no puedes evitar sonreír mientras el aire acaricia tus mejillas y retira tu pelo. Entonces llega el momento, ¡abajo!, y no puedes evitar ese cosquilleo en el estómago tras levantar tus brazos, dejándote caer. Disfruta ese cosquilleo, disfrútalo. Una vez llegas abajo; comienzan las curvas, una y otra, y otra, y otra más. Y te ríes así, sin más, disfrutándolo. Puede que hayan más subidas e incluso bajadas. Pero llegará un momento en el que llegues al final. Y la montaña rusa se pare. ¿Y sabes lo que pasa en la mayoría de los casos? ¡Que bajas corriendo deseando volver a la cola y volver a estar ahí; en la primera fila, para disfrutar del cosquilleo, deseando que el trayecto dure un poco más!

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